Desde el primer paso en pasarela, AMKIE & GAMUS consolidaron su propuesta como una dualidad entre lo etéreo y lo tangible. Con looks que transitan entre lo estructurado y lo fluido, la colección construye una atmósfera que se mueve entre los extremos: luz y sombra, brillo y opacidad, suavidad y tensión.
Uno de los momentos clave de la presentación fue un conjunto en tonos metálicos, decorado con aberturas y flecos plateados que caían como chispas sobre la piel. También destacó un vestido largo color vino confeccionado con un material ligero y brillante, que reforzó la estética translúcida y sensual.




La paleta de color se movió entre rosados satinados, rojos intensos, grises plateados, negros y cobres, generando contrastes cargados de presencia visual. Los detalles en flecos y transparencias aportaron movimiento, mientras que el uso de capas interrumpió la ligereza con texturas más sólidas.
A nivel estilismo, los accesorios —como bolsas estructuradas y pendientes llamativos—, junto con beauty lookscon piel luminosa y labios naturales, completaron la propuesta con un aire sofisticado pero nada pretencioso.





La colección de AMKIE & GAMUS no solo desfiló, , sino que fluyó, recordando que la moda también puede ser un espacio de transformación, sensual y radical.