El día de ayer México vivió un hecho histórico, Claudia Sheinbaum Pardo, una mujer, tomó por primera vez el cargo de la presidencia del país. Con este suceso surgieron noticias y publicaciones sobre la nueva presidenta acompañadas de fotografías para ilustrar las notas. Algunos medios de moda no tardaron en reproducir estas imágenes para hablar sobre lo que la política vistió para este día tan importante e incluso el periódico El País dedicó una nota sobre la historia detrás del vestido de la presidenta.
Si bien Meow Magazine siempre ha sido una plataforma que reconoce el trabajo artesanal de los Pueblos Originarios en esta ocasión ahondaremos más en las decisiones estratégicas de vestimenta de la presidenta y reflexionaremos sobre la importancia de tener una mirada crítica y feminista con respecto a su imagen.


Una mancuerna poderosa
La moda y la política podrían vislumbrarse a simple vista como algo ajeno una con la otra, sin embargo la semiótica nos revela que es justamente lo opuesto, pues es en estos espacios de convergencia en los que la moda se convierte en un aspecto clave de la política y en un pilar de la comunicación estratégica, ¿por qué? Porque la política siempre se ha basado en la comunicación, ya sea visual o por medio de discursos, es un aspecto imprescindible a la hora de fungir, por ende la Moda también.
Los anteriores presidentes se han servido de la moda para reforzar su mensaje hacia el público, en este caso, el pueblo de México. Asesores de imagen forman parte de los equipos de comunicación de estas figuras públicas que normalmente no visten algo “por accidente”. Y es en este sentido que nos interesa explorar lo que Claudia Sheinbaum usó para su toma de protesta el 1 de octubre del 2024 y lo que intentó comunicar de forma silenciosa.

Cada prenda guarda un mensaje
A simple vista podemos observar un vestido color marfil con detalles bordados, medias y calzado de tacón, sin embargo desglosando cada elemento podemos entender lo que cada uno comunica.
El vestido confeccionado en corte A es una silueta que se utiliza para enfatizar el cuerpo “femenino” pues marca ligeramente la figura y se abre desde la cintura para simular las caderas. Énfasis en que Claudia es una mujer. Al suavizar los cortes rectos esto ayuda a transmitir confianza. Las mangas largas y el largo del vestido debajo de la rodilla, comunican la idea de alguien elegante, reservada y, personalmente, me resulta una elección muy acertada para la ocasión.
El color del vestido emana luz y en la psicología del color hace referencia a lo santo, a la pureza, también a la virginidad, a la inocencia y sobre todo a la paz. Es un símbolo de apertura, crecimiento y de la imparcialidad. Por supuesto que el color es un elemento crucial a la hora de comunicar por medio de un atuendo, que en este caso tiene la intención de resultar imparcial a la hora de gobernar, pues México es una nación conformada por millones de personas con diferentes ideologías y orígenes que actualmente se encuentran divididas por el sexenio del que venimos.

Por otro lado, los bordados que se encuentran a un costado de la falda del vestido y en los puños de las mangas fueron realizados por la artesana y diseñadora oaxaqueña Claudia Vásquez Aquino de Santa María Xadani, Oaxaca. El diseño floral de colores, que según la maestra artesana comentó a El País, fue solicitud del equipo de la presidenta, quien le contactó y solicitó el vestido con el bordado. “Me pidieron un vestido, me dieron pautas para que yo decidiera el bordado y el diseño de las flores,” afirmó Claudia Vásquez Aquino.
Aunque en esta ocasión no se usó una prenda tradicional indígena, el uso de esta indumentaria ha sido recurrente a lo largo de su campaña para las elecciones de 2024. Sheinbaum adoptó los textiles ancestrales dentro de su imagen política, reflejando el reconocimiento de este gobierno hacia los Pueblos Originarios. Algo que los mismos integrantes de las comunidades indígenas piden, es que portar sus textiles no sea solo un mensaje político sino que verdaderamente abogue por sus derechos y combata el racismo que este país ha ejercido históricamente sobre ellos.

Normas patriarcales de belleza
Ahora, necesitamos discutir sobre lo que ya se mostró durante la campaña política en camino a las elecciones 2024; el peso extra que Claudia, y las mujeres mexicanas cargamos por el simple hecho de ser mujeres, nuestra apariencia. Sistémicamente las mujeres hemos sido formadas para cumplir ciertas normas de belleza, ya sean eurocentristas o no pero sí patriarcales, donde es nuestra obligación lucir agradables o bellas para el consumo de alguien más (los hombres). Es aquí donde resulta sumamente crítico tener la capacidad de discutir la vestimenta y la moda desde una perspectiva profesional, ética y feminista.
Anteriormente hemos visto a presidentes ser elogiados o criticados por sus elecciones de imagen personal, sin embargo será la primera vez que una mujer presidenta está expuesta a la crítica no solo por sus elecciones como Presidenta si no también por su apariencia. No tenemos que imaginarlo, simplemente con el ejemplo reciente donde se discutió sobre el cabello natural de Sheinbaum; un cabello rizado que cambió a alaciado permanente en cuanto se encaminó por su candidatura a la presidencia y se le juzgó de ser racista o negar sus propias raíces. ¿Por qué estábamos discutiendo sobre su cabello cuando temas como su candidatura a la presidencia era lo que estaba sobre la mesa?
Esto nos hace a reflexionar sobre el gran peso que cualquier mujer que se encuentre bajo la mirada patriarcal cargará y México es un país que por más de 200 años se ha regido bajo este sistema.
En este nuevo camino, veremos cómo medios que no se especializan en moda comenzarán a discutir la apariencia de Sheinbaum, así como veremos a los medios de moda también comentar sobre la imagen de la presidenta. Quizá será un gran momento para la moda nacional, donde la política la utilizará con más fuerza como uno de sus pilares dentro de su comunicación estratégica, y por ende pueda crecer y tener más visibilización. Sin embargo te invitamos a reflexionar y a mirarla de forma deconstruida, pero sobre todo a profundizar sobre los mensajes que hay detrás de ella para formar tu propio criterio.
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