Abril es de mis meses favoritos. Parece que siempre la tercera es la vencida y fue marzo, el tercer mes del año, que cobró todos los pendientes y dejó libre el camino para dar paso a nuevos tiempos. Corto de nombre pero de energía incesante, este mes regido por Aries, el primer signo del zodiaco, nos empapa de fuego, intensidad y acciones determinantes. La naturaleza de esta energía es idónea para empezar proyectos con solidez y compromiso, combinando la pasión y el deseo de renovarse. Por ello, este mes se lo dedicamos al cuerpo y su bienestar.
Hablar del cuerpo en un sentido de moda o vestimenta es normal, tanto que pasa desapercibido. Pero antes de tocar el tema estético de la ropa o de su sentido simbólico de apreciación, es importante retomar nuestra primera piel. El cuerpo es el templo único que todos poseemos; el más grande y único regalo que de alguna forma tenemos la responsabilidad de cuidarlo. Cuidar nuestro cuerpo es amor propio y de ahi se derivan todas las demás manifestaciones bellas del ser humano.
Aprendí que cultivando el cariño hacia uno mismo se va convirtiendo en un escudo contra la insignificancia; las críticas irrelevantes, las relaciones tóxicas y la pereza o procrastinación que varias veces nos ha tocado. Y algo que me sirvió mucho, casi esencial, fue ser consciente de mi cuerpo.
Me invitaron a correr un día (exactamente desde junio del año pasado) y hasta la fecha ya voy por mi segundo medio maratón. El deporte fue una conexión inmediata y mágica para darme cuenta de quién era yo y de ahí los intereses fueron explotando como burbujas que flotaban siempre a mi alrededor y jamás tomé en cuenta. Más allá de la realización corporal a través del ejercicio, la mente también era algo que debía desintoxicar y enfocar positivamente.
Mi personalidad es depresiva clínicamente y trabajar sobre eso ha sido muy duro. Me di cuenta que ninguna terapia transformaría mi realidad si yo no la acepto primero. Quería la constante validación externa de los demás, no importaba si era el doctor, mi jefe, mi madre. Aceptar la realidad sabiendo que estás mal y que puedes mejorar ya es un paso enorme. Ahora me siento afortunada de poder compartirles esta experiencia, no solo a través de mí, sino de todos los colaboradores de esta revista que trabajamos para contagiarles la maravillosa existencia de los placeres físicos y visuales del cuerpo. Llámese belleza, wellness, salud… yo lo llamo: amor propio.
Acá va nuestra playlist del mes:
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