Más que un ejercicio, practicar yoga es un ejercicio de sanación, o al menos así fue para mí durante mi visita a Shala Yoga donde pude experimentar una clase de ashtanga yoga con dos maestras súper inspiradoras: Natalia Fernandez, maestra con 14 años de experiencia, y Stephanie Benatar, Maestra Autorizada Nivel I por Sharath Jois quien lleva alrededor de 10 años estudiando y practicando yoga.
Ambas son socias y fundadoras de este estudio ubicado en una vieja casona tipo brownstone en la colonia Roma. El espacio es pequeño pero justo y cómodo para realizar sus sesiones. En el marco de su primer aniversario, este par emprendedor/yogi nos transmitió el placer que viene con el esfuerzo corporal y mental del yoga.
Existen distintos tipos de yoga, el que se imparte en Shala es Ashtanga y es un estilo de yoga creado por K. Pattabhi Jois en el siglo XX y que popularmente se le conoce como la forma más tradicional y clásica de la yoga india. Aqui se sincronizan en repeticiones de rutinas que van formando un ritmo entre las respiraciones y el movimiento. Lo primero que aprendí aquí fue respirar, y es el paso más importante para sumergirte de lleno en esta ancestral práctica del Medio Oriente. Entender el espacio que existe entre tu cuerpo, la respiración y tus pensamientos es un conocimiento muy poderoso y mágico que me cambió por completo la perspectiva.
La clase es súper personalizada, así que no importa en qué nivel de yoga o condición física estés. Las maestras están todo el tiempo pendientes de tus posturas y de tus avances así que siempre te sentirás cómoda y tranquila con tu propia práctica. Es súper importante esta parte porque muchas veces creemos que estamos haciendo bien los ejercicios, o en este caso, las posturas, y no hay nadie ahí para corregirnos, por lo tanto, puede haber lesiones o no obtienes los mismos beneficios que conlleva la práctica del yoga.
Después de sudar alrededor de 50 minutos, entramos en un estado de recuperación y fortalecimiento de todo el cuerpo. Mientras nos relajamos, las maestras cantan algunos mantras que alimentan esta parte espiritual tan esencial de la yoga. Sin duda, Shala me dejó en el mejor shavasana que he tenido y al finalizar me sentí súper energizada, muy confiada y alegre. Lo recomiendo muchísimo.