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Fashion
Enrique Torres Meixueiro: La moda se escribe con crítica
15.10.2025
Por Yaveli Ríos
fotografía Cortesía

Con formación en Derecho y Ciencias Sociales, Enrique Torres Meixueiro dió un giro de 180 grados al orientar su carrera hacia la moda y la comunicación. Su paso por Madrid al formarse dentro del Máster en Comunicación en Moda y Belleza Vogue–UC3M, y amplió su preparación en moda, lujo y belleza en el Instituto Francés de la Moda y Central Saint Martins en las ciudades de París y Londres, respectivamente.

Su carrera profesional inició en 2012 dentro del equipo de Vogue, primero como asistente en Vogue Suplementos, y más tarde en el equipo editorial de Vogue México y Latinoamérica, donde llegó a desempeñarse como Jefe de redacción, Editor y finalmente, Editor ejecutivo hasta el 2021.

Desde entonces, ha colaborado como periodista y editor en medios como GQ México y Latinoamérica, Life and Style, Revista Expansión, AD y Vogue Internacional, Vogue Runway, entre otros. Además de ejercer como docente en la Universidad Anáhuac de Oaxaca impartiendo las materias de Editorial y Periodismo de Moda, Estilismo de Moda, Portafolio y Administración de Proyectos; también ha sido ponente en el Diplomado y Máster en Marketing Digital del Condé Nast College Americas, la Universidad Anáhuac del Norte, y profesor en la plataforma digital Draw Latin Fashion.

En los últimos años ha sumado proyectos editoriales como la coordinación de libros de fotografía y estilo de vida, y en 2025 asumió la Dirección editorial de Baja Flavors Magazine, una plataforma dedicada a la gastronomía, la cultura y el estilo de vida de Baja California.

Para Meow Magazine, tener una conversación con Enrique nos parecía atinada y casi obligada para conocer más a fondo su visión y perspectiva sobre la evolución del periodismo de moda en Latinoamérica. También mencionamos los desafíos que este oficio se enfrenta para mantener la crítica viva y cómo él busca inspirar a nuevas generaciones desde el aula y la escritura.

Yaveli: ¿Cómo definiría el papel del periodismo de moda en la actualidad?

Enrique: La industria de moda ha crecido a pasos agigantados. Hoy vemos diseñadores con propuestas más maduras, proyectos que funcionan realmente como negocios, licenciaturas en moda que se han profesionalizado, una mayor internacionalización y un mercado mexicano con segmentos cada vez más definidos. Ejemplo de ello es Lorena Saravia, que ya no se queda en un nicho sino que se proyecta globalmente con H&M.


Con toda esa madurez, parecería que la moda en México entró en un “pre-entreno” que la hizo crecer enormemente. Me alegra muchísimo, pero siento que el periodismo, que debería ser la voz que analiza y traduce estos fenómenos, todavía no llega a su punto de ebullición. Vamos en buen camino, pero apenas a la mitad del trayecto.


Hoy hay voces profesionales que empiezan a construir un discurso fuerte para la moda mexicana, sobre todo en redes sociales. Pero no debemos olvidar la parte escrita, que es de donde vengo y donde trabajé más de 10 años. En algunos medios editoriales se siente que la conversación está guiada por intereses de marca y se ha perdido ese espacio crítico, reflexivo y fundamentado que permitía debatir y señalar lo que estaba bien y lo que no. Esa capacidad de construir argumentos sólidos es lo que debería nutrir al periodismo de moda.

Y: ¿Cuáles han sido las principales diferencias que ha identificado en el periodismo de moda de hace diez o veinte años a hoy en día?

E: Hace 10 o 20 años, los medios impresos eran la voz principal. Las columnas de moda en periódicos ofrecían críticas bien planteadas y reflexiones sólidas. No teníamos la inmediatez de las redes ni el streaming de desfiles, lo que permitía a los editores procesar lo visto y construir un análisis profundo desde ese privilegio de estar en primera fila.


Con la llegada de redes y blogs, todo cambió: comenzó la viralización. Los blogueros ofrecían frescura y cercanía con su audiencia, aunque de forma más experimental que los periodistas formados en escuela. Eso abrió el panorama, pero también hizo que el poder se inclinara hacia las marcas: los contenidos comenzaron a depender de quién invitaba, quién pagaba, quién dictaba la narrativa. Creo que el periodismo ganaría mucho si quienes hoy crean contenido sumaran crítica y reflexión a esa inmediatez. Se enriquecería el diálogo, como lo hacían los críticos de moda de antes, pero con las herramientas actuales.

Y: Desde su perspectiva personal: ¿Cómo ha cambiado su forma de trabajar con la llegada del boom de redes y del contenido digital?

E: El salto a lo digital fue radical. Cuando entré a revistas en 2011, veía las redes sociales como algo lejano. De pronto, fue una evolución forzada: cambiar de la noche a la mañana la forma cómo redactaba, la forma para construir los temas y básicamente ser más cercano. Venía de un segmento de lujo, aspiracional, con un lenguaje refinado y exquisito, y tuve que migrar a un estilo más amigable, sin perder estructura ni respeto por el lector. Eso implicó aprender a hacer contenidos que inviten a la acción, ese call to action, sin sacrificar el fondo: las redes pueden ser el primer disparador, pero la “receta” completa viene del mundo real. No todo debe ser efímero; hay que combinar inmediatez con aportes sustantivos que enriquezcan la conversación.

Y: ¿Qué peso tienen hoy los medios tradicionales frente a plataformas digitales e influencers?

E: Han perdido mucho terreno. Hace 15 o 20 años eran la autoridad indiscutible. Hoy, los influencers, con millones de seguidores, ocupan esa primera fila que antes pertenecía a los editores. Los medios tradicionales tuvieron que evolucionar rápidamente: se transformaron en generadores de contenido digital, con un tono más fresco, incluso desenfadado.
Ya no se trata de mantener el protocolo rígido, sino de hacer el contenido divertido, cercano y apto para audiencias jóvenes. Hoy los equipos editoriales están formados por gente mucho más joven, lo que también cambia la dinámica.
No quieren perder la batalla frente a los influencers y han optado por aliarse con ellos, invitándolos a sus eventos. La clave ahora es trabajar juntos en lugar de dividir fuerzas.

Y: ¿Considera que aún existe espacio para la crítica en el periodismo de moda o ha predominado la promoción?

E: Sí existe espacio, pero faltan valientes. Vivimos en una sociedad libre y espero que podamos ejercer la crítica con libertad. La crítica no es polémica por la polémica misma; es una herramienta para mejorar. Debe ser fundamentada y justa. Si solo escuchas lo bonito, te quedas en un nicho cerrado; aceptar la crítica y reconocer errores es un acto de humildad que la industria necesita. Escucho colegas que se atreven a decir las cosas, y eso es muy positivo: hay que incentivar más voces críticas que no busquen polémica sino claridad y mejora.

Y: ¿Qué responsabilidades éticas debería asumir el periodismo de moda en un contexto de consumo y sostenibilidad?

E: La bandera del periodismo debe ser la honestidad. Que sea honesto, transparente y justo, que no se deje condicionar por lo que la marca quiere que se diga. Si partes de la honestidad, fuentes claras, narrativa transparente, responsabilidad, ya tienes gran parte del trabajo hecho. El periodismo debe desarrollarse de forma orgánica, con ética y genuinidad. No hay que temer a señalar problemas; la coherencia ética es indispensable en tiempos donde se cuestionan cadenas de producción y prácticas sostenibles.

Nuestra región necesita que la moda se comunique desde su propia complejidad, creo que lo que falta es narrar la moda desde lo nuestro, con todos sus matices y pluralidad. Ahí está la verdadera riqueza.

Y: ¿Qué retos son los que ha enfrentado o ha estado enfrentando al tratar de mantener una postura crítica frente a la presión de marcas, agencias de comunicación o en el contenido en redes?

E: Hay que mediar y ser claros con los anunciantes. Mi postura cuando estaba en revistas como editor fue: si confías en este medio para dar una exclusiva, confía en el criterio del editor. Se puede admitir un punto de vista crítico, pero siempre protegiendo la integridad del contenido.
En redes el reto adicional es la prisa por ser el primero. Vivimos en distintos husos horarios y a veces no puedes ser el primero; eso puede ser desgastante. Si no fuiste el primero, busca un ángulo que aporte valor para tu audiencia. No es lo mismo comunicarle algo a audiencias asiáticas o europeas que a la audiencia latina; debemos pensar en lo que aportamos culturalmente a nuestros lectores. Latinoamérica tiene una complejidad fantástica y una riqueza de culturas que muchas veces se pierden cuando cedemos ante la prisa y la superficialidad.

Y: ¿Qué considera que le ha faltado al periodismo de moda en Latinoamérica para enriquecerse?

E: Entender la moda como un fenómeno complejo. No solo son tendencias, accesorios o zapatos; es política, cultura, territorio. Latinoamérica es un continente con historias únicas, con selvas, montañas, desiertos, glaciares, con un cruce de culturas que nos hacen distintos. Esa complejidad debería reflejarse en el periodismo.
Pero muchas veces caemos en la romantización y banalización de lo europeo, hablando solo de lo bello de la moda, claro, la moda tampoco tendría que ser algo negativo que nos agobie en nuestro día a día, pero creo que es una herramienta muy inteligente dentro de nuestra forma, dentro de lo comunicamos y de lo que consumimos
Pero nuestra región necesita que la moda se comunique desde su propia complejidad, creo que lo que falta es narrar la moda desde lo nuestro, con todos sus matices y pluralidad. Ahí está la verdadera riqueza.

Y: ¿Qué rol juegan los periodistas en la construcción del valor cultural de la moda?

E: Los periodistas son pilares fundamentales porque a pesar de no ser peritos en la materia de la creación o dirección creativa de una colección, tienen la sensibilidad para interpretarlas, contextualizarlas y traducirlas a una audiencia más amplia. Esa mirada crítica es fundamental para los diseñadores, porque les da una lectura imparcial sobre su trabajo y los ayuda a encontrar hacia dónde dirigirlo.
Además, el periodismo construye memoria cultural. No solo documenta prendas, sino que da sentido a los procesos creativos y conecta a los diseñadores con un público. Eso también es construir cultura.

Y: ¿Qué acciones considera esenciales para un periodista de moda hoy en día y hacia dónde cree que se encamina el oficio?

E: Nunca perder la curiosidad. Y no solo leer de moda, sino de todo: política, economía, sociedad, cultura. Eso nutre la mirada y permite descubrir detalles que otros no ven. La curiosidad es increíble, es lo que te llevará a contar y explorar historias nuevas y originales, sin que las situaciones pasen desapercibidas. Cuando solo te limitas a cubrir lo urgente, corres el riesgo de quedarte en la superficie.
Lo que necesitamos son periodistas atentos a los detalles, capaces de aportar algo distinto a la conversación. Y confío en un renacimiento crítico. El periodismo de moda es un oficio bellísimo y la crítica es su esencia. Incluso en un contexto digital y viral, no podemos perder esa chispa que cuestiona y abre debate, y que el periodista sepa que puede detonar y llegar a mover muchísimo con su voz, con su palabra escrita.

Y: En lo personal, ¿Qué disfrutó más y qué le preocupó como jefe de redacción?

E: Uf! Conocer tantas vidas, conectar con los entrevistados, contar historias que llegaran a los lectores y compartirlo fue lo más gratificante. El descubrir que mis palabras pueden llegar a muchísimas personas. A lo largo de mi carrera he escrito artículos que han movido a la gente, que los han hecho escribirme para decirme cómo se sintieron reflejados en esas historias. Esa posibilidad de internar al lector en una temática, de provocar identificación y reflexión, y que después te lo hagan saber es una experiencia bellísima.
Uno de mis mayores retos fue hacer de Vogue México y Latinoamérica una revista bella pero también inteligente: que no se quedara en la banalidad, sino que mostrara la complejidad de la moda con contenidos profundos, ya que, la audiencia latina, ya no quería ver únicamente divas o glamour, sino realmente encontrar en la lectura esta parte inteligente que pueden dar todos esos personajes.

El periodismo construye memoria cultural. No solo documenta prendas, sino que da sentido a los procesos creativos y conecta a los diseñadores con un público. Eso también es construir cultura.

Y: A nivel profesional, ¿Cuáles son sus próximos pasos?

E: Como catedrático, tengo la responsabilidad de formar nuevas generaciones. Yo espero que de ahí salgan próximos periodistas y, sobre todo, que nunca pierdan ese amor y esa pasión por este oficio. Sé que no todos lo harán, pero si uno, dos o tres después de cuatro o cinco años deciden seguir adelante, que lo hagan con ética, que sean honestos y que lleven consigo la honestidad, que hoy por hoy es tan importante en el mundo.


Fuera del aula, sigo trabajando en proyectos editoriales con el mismo objetivo: mostrar historias, historias que importen, que muevan, que hagan que la gente se identifique y se interese por lo que es este mundo, el de la moda, el estilo de vida y todo lo que lo rodea. Eso es lo que siempre me ha movido y lo que hasta hoy me hace sentirme apasionado por mi trabajo.

Consulta el Instagram del maestro Enrique Torres para conocer algunos de los proyectos.

Fotografías cortesía de Enrique Torres Meixueiro