Empezar de cero es una frase para aludir los inicios con buenos augurios y, sobre todo, buena vibra. Sin embargo, no siempre darte este reset en la vida significa dejar todo lo que has trabajado, pensado y vivido para abrir paso a las nuevas experiencias. Yo empecé marzo con mil y un cosas; aturdida, caótica y estresada. Dudé de ser capaz de correr ese medio maratón al que me había inscrito, pero mi instinto decía que era necesaria una desintoxicación.
Si bien, empezar ya es una decisión importantísima, nosotros te proponemos que primero termines. Exprimas todo aquello que no aporte positivamente en tu interior y en tu exterior y hagas las paces con ese ciclo; lo cierres y empieces. Empieza desde allí, desde lo aprendido. Empieza desde diez o de veinte o de treinta, and so on.
Este mes de marzo nos enfocamos en el bienestar y el equilibrio, y nos cuestionamos sobre estos conceptos a través de diferentes contenidos que nutren el eje cultural que nos sostiene y nuestra bandera de girl power. Creo que en el balance uno encuentra esa casi epifanía de “todo va a estar bien” y por consiguiente, nos hace sentir enterxs, deseadxs por el universo, identificadxs con un propósito.
Empieza con tu actitud y tu manera de ver la vida. Analiza por qué te molestan o te hacen feliz ciertas cosas, rescata aquellos hobbies que hacen vibrar tu corazón, haz esas llamadas o escribe esos mensajes que tanto temes y ábrete a recibir desde donde te quedaste, solo asegúrate que sea desde un lugar de amor y nada más.
El segundo paso es moverte. Ser consciente de tu movimiento corporal es algo mágico, así que aprovecha tu lucidez y tu concentración en el ahora para hacer consciente de cómo te mueves y cómo te hace sentir. En el movimiento hablamos de un ejercicio físico que te reconforte pero que también te rete. Moverse es gratitud y es desafiarte mentalmente, también. La sociedad ha normalizado el ejercicio como un deber para bajar de peso y eso es totalmente erróneo. Saberte en movimiento va mucho más allá de ser una persona fit o delgada. Es un estado que conecta lo espiritual, lo mental y lo material en un solo momento.
En este paso también es importante explorar diferentes movimientos y prácticas si es que una no estás segurx de por dónde ir o qué hacer. Anímate a correr un día, a hacer una rutina de yoga, desempolva tus patines, expláyate sobre el papel, ¡anímate y muévete! Conoce y descubre lo que te gusta y no te gusta, lo que te hace sentir en tu centro y lo que te aleja de él. Pero sé firme con tu decisión; animarse es intentarlo pero conscientemente. Y jamás pienses que no hay un deporte o alguna práctica para ti, el cuerpo humano está lleno de infinitas posibilidades.
Ya que hagas check en estos dos primeros pasos, ten una bitácora o un recuento de este comienzo. Anota en un diario tus sensaciones, tus miedos, tus pensamientos; sé libre escribiendo para ti, es otro ejercicio mental muy bonito que a la larga te ayudará a redescubrir este camino que decidiste. Establece metas realizables en periodos cortos de tiempo, esto también te servirá como una guía personal sobre cuánto y cómo has avanzado.
Empieza desde el corazón, desde adentro. Empieza con decisión y coraje. Empieza sin expectativas y déjate llevar por este viaje que va más allá del gimnasio, de la cancha, de los récords en las apps. Disfrútalo con sus subidas, sus bajadas, sus momentos cumbre y sus crisis. Siempre sé consciente de ti mismx; de cómo fluyes en el día a día y en poco tiempo sentirás los efectos de gozo, de relajación y de empoderamiento solo si te decides a hacerlo, sólo si te animas a moverte. Jamás dejes de agradecerte, incluso en los momentos más difíciles y solo así es como iniciarás una nueva forma de vivir que esperemos no tenga un final.
Foto de portada Olivia Steele