La diferencia entre la ilusión y la realidad radica en la capacidad de ver más allá de nuestros propios miedos e incertidumbres; de todo aquello con lo que nos predisponemos a mirar el mundo.
La vida se compone de un montón de ilusiones aleatorias que van llenando nuestra capacidad de asombro, desde conceptos tan abstractos como: el amor, la felicidad, el éxito, el negro, el blanco, el bien o el mal. Dicotomías que con el paso del tiempo van rompiendo los ecos de lo que creíamos ser y lo que ya no volveremos a ser jamás.
Es posible no reconocer que hemos pasado toda nuestra vida sin saber cómo somos en realidad. Todo lo que conocemos de nosotros mismos es un simple reflejo de lo que creemos ver. Al mirarnos en un espejo o ver una fotografía de la infancia, sólo clavamos la mirada en una simple ilusión—y muchas veces esa ilusión sólo corrompe hacia nuestros defectos y lo que nos gustaría cambiar. ¿Es que alguna vez hemos sido capaces de ver más allá de nuestras propias ilusiones?
La curiosidad y nuestra imaginación juegan un papel importante en la manera de cómo vemos el mundo y de cómo logramos descifrarlo. El misterio del arte y la moda es que, por décadas, han sido capaces de llevar estos dos elementos a lo más alto de nuestra realidad y convertirlos en piezas tangibles, que envuelven nuestros mundos, con todo aquello que siempre nos hubiera encantado vivir. Sin miedos, sin represiones, sin restricciones. Pura magia que nos cubre y descubre quiénes somos en realidad.
El arte óptico y cinético, como dos precursores de la ilusión en su máxima expresión, son capaces de llevar el ojo humano a sus extremos más radicales y participar activamente en el desplazamiento continuo de nuestro cerebro, hacia lo que jamás pensamos posible ver. Jugar con el color, la temperatura, el movimiento y ponernos en jaque, en cuanto a reconocer lo que vemos y cuestionarlo, ¿y es que no tendríamos que ser así en todos los aspectos de nuestras vidas?
Demasiadas voces y visuales compiten todo el tiempo por ganar nuestra atención y muchas veces ya no cuestionamos cómo es que logramos percibir lo que vemos y, hasta dónde es real o no. Incluso ocurre con nosotros mismos al paso del tiempo. Perdemos la capacidad de asombro y con ella, la espontaneidad de la vida.
Más que nunca, aprender a ver, observar y reconocer lo que vemos se ha convertido en una cuestión de supervivencia Darwiniana—sólo las imágenes más fuertes son las que trascienden nuestros ojos y custodian la manera en que comprendemos algo.
El estilismo óptico casi nunca se preocupa en cómo comunicar un sentimiento, o tocar una fibra emocional en el espectador. Sin embargo, en el momento en que cuestiona nuestra percepción, tambalea nuestra propia realidad y activa nuestras emociones, a través de líneas paralelas o contrastes cromáticos. Un ejemplo son los colores más básicos y la ausencia de los mismos, como el negro y el blanco. Sin embargo, artistas como Cruz Diez u Olafur Eliasson han logrado tocar las fibras más sensibles del color y la temperatura.
En la moda ocurre lo mismo, casi geométrico, abstracto y con un propósito lúdico, el Op art, como la vida, busca que nosotros seamos los protagonistas de nuestra propia percepción, creadores de obra y de nuestra propia realidad, sin importar si es sólo a blanco y negro o la llenamos con miles de matices de color.
Texto por Enriqueta Arias
Sobre las fotografías
Asistente de moda Ángel Susarrey
Locación Mártires de la Conquista
Producción Olivia Meza
Sobre la autora
Enriqueta Arias es una joven mexicana de 29 años fundadora de Artsynonym, una plataforma que busca crear redes, visibilidad y gestión cultural en cualquier lienzo disponible de la CDMX and beyond. Digamos que Enriqueta es una activista del arte y apasionada del mismo y su proyecto abandera las múltiples posibilidades en las que se puede colaborar e innovar con artistas de todos los niveles. Para esta segunda entrega, la invitamos a indagar sobre el concepto de la ilusión y Op Art, movimiento en el cual se inspira esta silueta Air Max 270 React de Nike.