En la ópera prima de Federico Cecchetti, el realismo mágico de los wixárika destaca por un contraste de culturas que yacen en la marginación y el sentimiento inocente de perseguir una pasión o un sueño, en este caso, El Sueño del Mara’akame.
La historia gira en torno a Nieri (interpretado por Luciano Bautista), un joven huichol hijo del marakame (chamán) del pueblo donde habitan en la sierra de Jalisco. Al inicio del filme, una ceremonia huichol se lleva a cabo y Nieri es partícipe. Todos los hombres y mujeres van en su atavío tradicional huichol, llenos de ornatos y colores, mientras que Nieri solo lleva una sudadera negra con su respectivo pañuelo en el cuello y, a diferencia de los demás hombres, el no lleva rupurero (típico sombrero de palma con cuentas), sino un mohicano que ha logrado peinarse. Sin embargo, lleva un morral tejido y unos pantalones de manta bordados. Esta primera aparición del protagonista, Mariana Gandía, la diseñadora de vesturario, deja claro que la indumentaria, además de ser un símbolo importante en la cultura wixárika, también lo es como vehículo expresivo de la cinta ganadora del Premio Ariel.
El Sueño del Mara’akame es un relato mágico que expone de una forma muy respetuosa el lado íntimo de una comunidad huichol, con sus problemáticas como la invasión de la mina en Wirikuta, uno de los sitios más sagrados de esta etnia. Asimismo, la creencia sobre el chamán (marakame en huichol) como el intermediario entre el mundo espiritual y el físico y cómo redunda su importancia al ser un don heredado, el cual el padre de Nieri quiere transmitirle.
La confusión del joven huichol tiene un sentido musical, principalmente. A través de la música, que en esta cultura indígena es considerada sagrada, Nieri le apasiona tocar y cantar con su banda no exactamente los cantos tradicionales huicholes, sino una versión distinta e incluso trivial con su grupo de amigos.
Lo que me impactó fue cómo la vestimenta tiene un gran poder en la lectura de la película y sus personajes. Y creo que es una forma creativa de mostrar cómo se visten y qué significado tienen todo lo que conforma su indumentaria. Nada es un accidente, pareciera que todo tiene una influencia colectiva sobre cómo percibimos el significado de una sudadera negra, un mohicano en el pelo o el maquillaje sobre las mejillas en los hombres.
El etnólogo alemán Johannes Neurath dice que los adornos en el atavío tradicional de los huicholes tienen un propósito reivindicativo de su etnia, de su cultura y de su religión y una intención protectora de contenido mágico. Más que las mujeres, los hombres tienden a ornamentarse más por una cuestión de jerarquía y/o función social. No obstante, las mujeres son las responsables de los diseños y la elaboración de las prendas. Ambos se representan con colores vivos en sus kutunis (camisas o túnicas largas), morrales y complementos bordados o con chaquiras (una de las técnicas más emblemáticas de esta comunidad).
El simbolismo en la vestimenta huichol es riquísimo y este largometraje lo aprovecha de forma extraordinaria. El venado es uno recurrente que aparece tanto en los bordados de las camisas del marakame, en los collares o en las cintas que van en la cintura, hasta representado como visiones de Nieri y su padre. Este animal representa la prosperidad del pueblo wixarika; Marratutuyari se le llama en su lengua autóctona. De valor sagrado, el venado azul y el peyote son iconos de prosperidad que encarnan como un guía espiritual.
Ve aquí el tráiler
https://www.youtube.com/watch?v=3ESf47K2scU
Fotografías cortesía de Machete Cine