¿Cuántxs de nosotrxs hemos sentido la necesidad de hacer feliz a nuestrx niñx interior?
Ya sea por experiencias que nos faltaron o por las circunstancias que vivimos en nuestra infancia, esos recuerdos despiertan sentimientos que pueden conmovernos hasta las lágrimas.
La moda que nos acompañó
En mi opinión no creo que haya una sola persona en el planeta Tierra que al voltear al pasado no piense, “me hubiera gustado que esto fuera de otra manera”. Esto es tan humano y bello, poder vernos a nosotrxs mismxs través del tiempo, y comprender por lo que pasábamos con ternura y amor.
Y esta reflexión aplica también para la ropa que nos acompañó en el camino. Las infancias que crecen ahora, lo hacen con mucha más libertad que como lo hicimos nosotrxs de pequeñxs; ahora hay más consciencia de lado de sus padres y madres, y esto se ve reflejado en el respeto que merecen lxs niñxs, por ende podría creer que estas nuevas generaciones pueden expresarse por medio de la elección de su propio guardarropa, sin límites de géneros por ejemplo.
Infancias libres y estilosas
La indumentaria es parte de nuestra identidad, una herramienta que sirve para expresarnos, para decirle al mundo quiénes somos o quiénes queremos ser: superheroínas, princesas, estrellas de rock, doctoras, científicas… y siendo niñxs es cuando más creatividad e imaginación tenemos para divertirnos con nuestras prendas.
En este especial del Día de la Niñez el MEOW Team desempolvó sus fotos y reflexionó sobre ESAS prendas que de chiquitxs, nos hicieron sentir felices y que hoy podemos hablar de lo qué significó para nosotrxs haberlas portado.
Edna Pedraza
Fresita Tomboy
Aquí estoy a mis 7 años usando mi combinación favorita del momento: shorts y playera. Los shorts me hacían sentir poderosa porque me daban libertad de moverme como yo quisiera, supongo era una manera de liberarme de las limitaciones de la falda del uniforme escolar, que no me dejaba hacer una vuelta de carro o saltar a mi máximo potencial, por ejemplo.
Esa playera era mi favorita pues tenía un estampado de pequeños puntos negros que me hacían sentir como una fresa. La bolsa bucket en color cobre era EL accesorio en aquella temporada, según recuerdo y pueden notar que realmente no quiero usar la visera, pero hoy en día agradezco a mi mamá por obligarme a protegerme del sol. ¡Gracias mu!
Irving Alfaro
El tapatío
En la foto estoy con mi madre después de un recital en el Teatro Metropolitan por el 10 de mayo. Es una de las pocas fotos en donde llevo sombrero y paliacate porque, al parecer, en mi grupo nos tocó bailar ‘El jarabe tapatío’ como regalo para todas las mamás. Viendo el álbum de recuerdos me llamó mucho la atención esa foto porque creo que desde ese entonces no he vuelto a usar sombrero, ni mucho menos pantalón de vestir blanco… La foto debe ser del 94, o sea que ¡ya cuenta como reliquia!
Dania Sanson
Tango marango
Los festivales son recuerdos muy lindos de mi infancia, porque a pesar de que mi mamá siempre trabajó y estuvo muy ausente en mi día a día siempre se preocupó porque nuestros vestuarios para estos eventos escolares estuvieran ON POINT. Este es uno que recuerdo con mucho cariño porque me hizo sentir bella; bailé tango y por primera vez me pintaron los labios de rojo. Mi mamá me puso sus aretes de diamantitos y el vestido era de una tela rara que se sentía chistosa y no me dejaba sacar la panza, pero el brillo que me daba me hizo sentir deslumbrante.
Ahí, aunque no fuera consciente, tal vez fue mi primera vez en la que la ropa me hizo sentir diferente, “especial”, salí de mi cotidianidad de pantalón de mezclilla, t-shirt y tenis para ponerme un vestido brillante. Me da ternura saber que la ropa también hace sentir especial a lxs niñxs. Dejemos que las infancias se expresen por medio de sus prendas.
Olivia Meza
Marinera Sabrita
Se sabe que soy la reina del munchie y esta foto lo comprueba. Debo decir que mi mamá fue la stylist de este increíble look y que ahora que lo vuelvo a ver me recuerda la libertad que tengo para vestirme con lo que me hace feliz. Los vestidos siempre fueron mi opción predilecta en mi niñez hasta que llegué a la adolescencia y quería ser como Avril Lavigne. Sin embargo, mis recuerdos más libres y felices fueron llevando un vestido ya sea de flores rosas, con cuellos de olanes y estampados vibrantes. Hoy he vuelto a los vestidos y siguen siendo mis preferidos.
Diana Rosalía
Diana Tatiana
Esta foto siempre me trae buenos recuerdos. La historia la cuento cada vez que puedo: Estoy en medio de un desfile de primavera; quizá tenía 5 años (no estoy segura). Como pueden ver todxs lxs niñxs están vestidxs de animalitos menos yo.
La profesora dijo que podíamos disfrazarnos de lo que quisiéramos. Aproveche la oportunidad de pedir un vestido como el de mi idola de aquel entonces: Tatiana. En la escuela dijeron que no. Le conté a mi papá la situación y él me dijo “Tú puedes ser lo que quieras”.
Mi mamá viajó hasta otra ciudad para conseguir la tela y confeccionar; mis hermanas bordaron cada una de las lentejuelas y despertaron muy temprano para peinar mis rizos y que estuvieran on point. ¡Triunfé ante el sistema educativo!
Quizá en ese momento no dimensionaba el esfuerzo de todas para que yo usara ese vestido y quizá mi mamá y hermanas no supieron lo feliz que me sentí al usarlo. Jamás le dije a mi papá que recuerdo aquel evento como una lección de vida: siempre elige y lucha por lo que deseas.
Ari Bustos
Ratona-coneja con botas
Lastimosamente no tengo tantas fotos con look completo –o por lo menos en buenas condiciones–, pero esta define mucho de mí.
Amaba participar en todos los bailables de la escuela (lo hice así hasta la prepa) y esta fotito es de cuando bailé el Ratón Vaquero para un Día de las Madres en primero de primaría. Me encantaba la idea de estrenar todo y siempre me enganchaba con alguna prenda en especial, en este caso, las botas. Creo que ahí comenzó mi amor por usar botas por sobre muchos otros estilos de calzado. No recuerdo cuánto tiempo las usé, pero les di batalla. Definitivamente son de un estilo súper noventero (nótese el fleco).
Y si se puede un plus, la fotito de cuando íbamos a Chapultepec y pedía pintarme de coneja. Ahí se alcanza a ver solo mi suéter, pero es importante porque era un color que me gusta vestir a la fecha. Todavía recuerdo el día que escuché decir que se llamaba palo de rosa.
Y si no tuvimos esas prendas que de niñxs siempre quisimos, no te preocupes, la vida sigue, y ahora nosotrxs elegimos la ropa que nos acompaña hoy, nunca es demasiado tarde para usar eso que siempre quisiste🌈✨
¿Cuál fue esa prenda que te hizo sentir tu mismx y feliz de pequeñx?
Nos leemos en redes sociales 🙂
Texto por Dania Sanson @prettyliar