Cuando la urgencia ambiental redefine las formas de crear, diseñar y pensar, los biomateriales se han convertido en un lenguaje que une la ciencia con la sensibilidad. Ya no se trata solo de innovar, sino de reaprender a coexistir con la materia; de escuchar lo que los hongos, las bacterias o los materiales orgánicos pueden enseñarnos sobre transformación, tiempo, historia y memoria.
Desde laboratorios experimentales hasta talleres comunitarios y espacios de fermentación, esta nueva generación de creadorxs se mueve entre la biología, la artesanía y la intuición para diseñar materiales que respiran, se descomponen y vuelven a nacer.
Lo que alguna vez fue considerado residuo, hoy se transforma en origen: una invitación a imaginar nuevas formas de crear desde la vida, el respeto por la naturaleza así como su preservación.


En Meow Magazine reunimos cinco proyectos que exploran ese punto de encuentro entre lo natural y lo creado: prácticas que entrelazan biología, ciencia, diseño, moda, arte y comunidad, y repensar nuestra conexión con los objetos y el entorno natural que habitamos. Cada uno, desde su propio territorio, propone una forma distinta de pensar el diseño como más como un ecosistema que como una industria.
BIOLOGY STUDIO
Fundado y dirigido por Edith Medina, Biology Studio es un espacio que combina biología, diseño y conocimientos artesanales, el cual integra en su filosofía la tríada Innovación + Tecnología + Tradición (I.T.T.).
Consolidandose entre 2016 y 2017 como el primer estudio mexicano que actúa como un punto de encuentro entre el arte, biología y diseño para el desarrollo y producción de biotextiles, biocueros y biopolímeros pensados desde un contexto cultural y ecológico local.

Su trabajo parte de una idea clara: los materiales no solo se fabrican, se sitúan. Cada fórmula, textura o color responde al contexto ecológico y cultural del que proviene. Por eso, sus ensayos combinan fibras tradicionales como el henequén, la lana o las algas, con prácticas de teñido natural con grana cochinilla, y métodos contemporáneos de laboratorio. Lo artesanal y lo científico no se contraponen, se entrelazan para darle forma a un lienzo de materia viva.



Uno de sus desarrollos más representativos es CARMÍN, un biotextil creado a partir de la grana cochinilla. Más que una muestra de color, el proyecto funciona como un sistema abierto para explorar cómo los pigmentos ancestrales pueden integrarse a la estructura y composición de nuevos materiales. Biology Studio no busca producir en serie, sino construir procesos documentados con la finalidad de que los diseñadores, puedan adoptar y adaptar en sus creaciones.

A la par, el estudio impulsa una línea educativa bajo el nombre Biology Studio Education, dedicada a la enseñanza y divulgación de prácticas para el desarrollo de proyectos con biomateriales. A través de talleres, seminarios y residencias, comparten metodologías de biofabricación, historia de materiales y pedagogías experimentales para artistas, diseñadores y docentes. En ese cruce entre materia, memoria y método, Biology Studio propone una forma distinta de entender el diseño: una donde la innovación no se mide en tendencia, sino en consciencia.

COOPERATIVA INDÍGENA AWAJÚN-WAMPIS AGRARIA TUNTANAIN
En el corazón de la Amazonía peruana, la Cooperativa Indígena Awajún-Wampís Agraria Tuntanain (COPINDI) transforma el bosque en conocimiento vivo. Desde las comunidades que habitan la zona de amortiguamiento de la Reserva Comunal Tuntanain, un grupo de artesanos y productores desarrolla un biocuero sostenible elaborado con látex de shiringa y pieles de peces amazónicos como el paco y la gamitana.

Este proyecto, impulsado con el apoyo técnico y financiero de ProInnóvate Perú, surge como una alternativa concreta frente al curtido químico convencional: un proceso estandarizado que evita el uso de cromo, y que no solo transforma desechos en materia prima, sino que preserva el territorio al ofrecer alternativas económicas viables sin deforestación. Detrás de cada pieza hay un proceso exquisito de experimentación, desde la vulcanización del látex hasta el tratamiento natural de las pieles, que convierte los descartes de la pesca en una superficie flexible, resistente y completamente biodegradable.


Pero más allá de la técnica, COPINDI reescribe la relación entre territorio, economía y diseño. Su biocuero no es un sustituto industrial, sino la extensión de un conocimiento ancestral que entiende el material como parte del ecosistema. Las carteras, billeteras y accesorios producidos con este biocuero, cuentan una historia de cooperación: la de comunidades que, a través del hacer, reafirman su autonomía cultural y redefinen la innovación desde la Amazonía.

LIZETTE ABRAHAM
En la obra de Lizette Abraham, la materia no solo se fotografía: se cultiva. Nacida en Mérida y radicada en la Ciudad de México, esta artista visual transforma el cuerpo en territorio de experimentación, donde la biología y la imagen se funden para dar origen a una nueva piel. Su práctica explora los biotextiles, tejidos orgánicos creados a partir de flores, residuos naturales, fibras vegetales y cenizas, como materia simbiótica: materiales que habitan el cuerpo, lo cubren y lo transforman.

En su serie más reciente, Corpobiontismo (CEART San Luis Potosí, 2025), Abraham se viste con biotextiles creados por ella misma, proyectando un diálogo entre la superficie orgánica y la identidad.
Las fotografías son el resultado de un proceso que comienza en el laboratorio y culmina en la piel: cada tejido se comporta como un organismo que respira, se adhiere y muta con el cuerpo que lo porta. En palabras de Lizette “Son tejidos que me habitan”, situando su trabajo entre el arte performático, la biología experimental y la fotografía contemporánea.



Su investigación propone una ecología artística sobre cómo la fotografía puede sostener una conversación ética con la materia viva. En su Taller de Biotextiles para la Fotografía Creativa (CENART, 2024), enseña a artistas y diseñadores a fabricar sus propios materiales orgánicos y a integrarlos en narrativas visuales.


Ganadora de premios en el Festival Internacional de la Imagen (FINI) y beneficiaria de becas como FONCA Jóvenes Creadores y PECDA Yucatán, Lizette Abraham pertenece a una generación de artistas que entienden la sostenibilidad no como discurso, sino como práctica. Su trabajo encarna una idea radical: que el arte, igual que la vida, puede crecer desde la piel hacia afuera.
REGINA PANIAGUA
Radicada en San Miguel de Allende, y formada en Artes visuales por el Instituto Allende (Universidad de Guanajuato), Regina Paniagua investiga lo que sucede cuando el reino fungi se convierte en tejido, piezas artísticas y ciencia. Su práctica cruza la fotografía, la instalación y la biofabricación: los biotextiles que utiliza están hechos de micelio u hongos, cultivados, “programados” y luego incorporados en obras donde el cuerpo así como objetos, se vuelven soporte vivo de la materia.
Del mismo modo, su trabajo explora los cruces entre el bioarte y los nuevos medios, enfocándose en la creación de materiales vivos y biomateriales, áreas en las que se ha formado también en Biology Studio, laboratorio fundado por Edith Medina.

En su pieza titulada Esto No Es Un Simulacro (2024-2025), Paniagua transforma micelio en biomaterial desplegable: explica que, tras su fase de crecimiento y secado, el material ya no libera esporas y puede exhibirse sin riesgo. Aquí el micelio adquiere voz simbólica: ¿y si el micelio pudiera hablar?, plantea la artista, en un gesto que cuestiona nuestra relación con la materia viva y el ciclo de los residuos.

Paralelamente, ha impulsado espacios de formación enfocados en la investigación y creación de biomateriales. En 2024, impartió el taller Laboratorio de Biomateriales Creativos en Casa del Lago UNAM, donde enseña a producir bioplásticos, biocerámicos, aglomerados y biotextiles a partir de residuos orgánicos como cáscara de huevo, cáscaras de fruta o fibras vegetales.
Desde su práctica, promueve el aprendizaje experimental y el uso responsable de los recursos naturales, fomentando una relación más consciente entre arte, materia y entorno.



Paniagua es beneficiaria del programa Jóvenes Creadores 2024-2025 (FONCA) en la categoría de Nuevas Tecnologías, así como del Programa de Apoyo a la Producción, Investigación, Arte, Medios y Discapacidad (PAPIAM-D) del Centro Multimedia 2023-2024, con el proyecto Pulso Simbiótico.


ESTUDIO FABTERIA
Fabteria es un espacio en donde se fermetan ideas que crecen desde los residuos, Fundado por Elena Raquel Amato Paz, diseñadora de producto, investigadora guatemalteca y maestra en diseño por la Universidad del Estado de Minas Gerais (Brasil), ha sido reconocida por instituciones como Dezeen, Ellen MacArthur Foundation, Biodesign Challenge, Instituto Tomie Ohtake y Beyond Plastic, consolidando a Fabteria como una de las plataformas más visionarias dentro del biodiseño latinoamericano contemporáneo.

Fabteria es un estudio que combina diseño e investigación para el desarrollo de biomateriales sostenibles creados a partir de residuos de la industria alimentaria. Desde su práctica radicada en Ciudad de México, Elena investiga, fabrica y enseña cómo crear materiales con celulosa bacteriana y desechos de comida, combinando procesos naturales y creatividad para imaginar soluciones dentro del campo de los materiales regenerativos.


Uno de sus proyectos más destacados es Materiales brotando del residuo panadero, realizado en colaboración con Panadería Rosetta, donde los restos del proceso panadero como el pan, masa, cáscaras de huevo y servilletas residuales, se transforman en vajillas, etiquetas, hojas, adhesivos y canastas de fermentación. Piezas que, lejos de ser prototipos conceptuales, vuelven al flujo cotidiano de la panadería, cerrando el ciclo entre producción, consumo y materia.
Esta propuesta poética y funcional le otorgó a Fabteria el primer lugar como Materiales Brotando del Residuo Panadero para el Abierto de Diseño CDMX 2025, edición Maleza diseño en resistencia, donde un jurado curatorial de figuras clave del diseño mexicano evaluó la novedad, originalidad, impacto social y ambiental, y carácter experimental de los proyectos participantes.



Fabteria impulsa la circularidad local, trabajando con panaderías para transformar desperdicios en objetos útiles, demostrando cómo los residuos pueden convertirse en herramientas de sostenibilidad y resistencia creativa.








































