Solo han pasado 65 años desde que el voto femenino fuese una realidad en México. La lucha por la igualdad sigue manifestándose en pleno 2021 pero fue en la década de los 50 a los 80 cuando esta revolución femenina que llevaba años gestándose decidió tomar acción.
La primera vez que se habló del voto femenino fue durante la Revolución Mexicana. La mujer mexicana no solo cocinó, enmendó y curó durante esta guerra, sino luchó codo a codo con los hombres y fue a partir de entonces que la mujer comenzó a luchar activamente exigiendo su participación en la política del país, la igualdad de derechos y el reconocimiento ciudadano.
La mujer vivió dos luchas durante este periodo, no solo vivió inevitablemente los conflictos bélicos en el país sino luchaba por el reclamo d ella patria. Varias mujeres valientes se comenzaron a sublevar y surgieron grupos activistas; uno de ellos llamado Las Hijas de Cuauhtémoc, liderado por Dolores Jiménez y Muro (responsable de redactar el prólogo del Plan de Ayala). Ellas se oponían a la dictadura de Porfirio Díaz y exigían, entre varias causas, la participación de la mujer en la política.
FEMINISTAS MEXICANAS
Después de la Revolución Mexicana, la idea del voto volvió a surgir cuando se convocó al Primer Congreso Feminista organizado por el general Salvador Alvarado. En 1922 Elvia Carrillo Puerto, conocida como La monja roja, fue una de las pioneras en esta lucha y la primera mexicana electa como diputada al Congreso Local de Yucatán, pero dos años después tuvo que renunciar debido a las amenazas de muerte que recibía. Con ella, surgen otras mujeres clave de este movimiento como Consuelo Zavala, quien junto a Elvia fundaron ligas feministas por todo el estado de Yucatán; Beatriz Peniche de Ponce y Raquel Dzib Cicero encabezaron las luchas a favor de la mujer explotada en el campo y jefas de familia también.

Ilustración por Hilda Palafox
EL PAPEL DE LA PRENSA FEMINISTA
Durante el Porfiriato publicaciones feministas entre ellas, Las Violetas del Anáhuac, fundado desde 1888 por Laureana Wright exponían nuevas perspectivas y reformas para educar a las mujeres e invitarlas a reconocer sus derechos y libertades. Por supuesto el derecho al voto era una de sus voces más fuertes. Al mismo tiempo, en América Latina las mujeres también urgían sus derechos, entre ellos el del sufragio, en una época de paz después de los conflictos mundiales. Pero, ¿qué pasó antes de ser acreedoras a este derecho? ¿Cómo llegó la idea que cambiaría el curso de las elecciones y las estadísticas de representación a materializarse?
“Venimos al estadio de la prensa a llenar una necesidad: la de instruirnos y propagar la fe que nos inspiran las ciencias y las artes. La mujer contemporánea quiere abandonar para siempre el limbo de la ignorancia y con las alas levantadas desea llegar a las regiones de luz y verdad”, Laureana Wright.
Según la fuente del Gobierno Federal, el 12 de febrero de 1947 se inscribió en el Diario Oficial de la Federación un decreto que adicionaba al artículo 115 de la Constitución Mexicana como “el derecho de las mujeres para votar y ser votadas solo en las elecciones municipales”.
EL RECONOCIMIENTO DE LA CIUDADANÍA DE LA MUJER
Pero esto no fue suficiente. Más de veinte mil mujeres protestaron en la plaza 18 de Marzo en 1952 exigiendo su derecho al voto y a su ciudadanía plena. Para ese entonces la ONU extendió invitaciones a los países que faltaban por reconocer a la mujer como igual en las casillas electorales. Fue a finales de 1952 que solo seis países en América Latina no otorgaban el sufragio femenino, entre ellos, México, el cual fue el último en acreditarlo.
Fue en 1953 –y bajo la presión ciudadana de sus promesas de campaña– cuando Adolfo Ruiz Cortines concedió el tan esperado sufragio femenino. Las mujeres en México votaron por primera vez el 3 de julio de 1955.
Sin embargo, el machismo y las arraigadas tradiciones de ‘la política es solo para hombres’, prevalecía para que las postulantes no fueran votadas. Pasaron más de 20 años para que en 1979 México tuviera a la primera gobernadora estatal (de Colima) electa: Griselda Álvarez Ponce de León.
USEMOS NUESTRA VOZ
El camino ha sido largo, luchando en contra de un patriarcado opresor y.creyente superior, y que hasta la fecha continúa mermándose en muchos otros aspectos sociales, económicos y culturales, también. Apenas el sufragio femenino significó el reconocimiento y la igualdad en la participación política que estamos segurxs aún no se alcanza del todo.
No obstante, hoy quisimos dar este espacio a la importancia de este derecho por el que vivieron y murieron nuestras ancestras. Realmente es algo nuevo para nosotras e incluso para nuestras abuelas, tías y madres también. No lo tomemos a la ligera y usemos la información y el conocimiento para usar nuestra voz y participar activamente en la toma de decisiones, tanto de nuestra comunidad como del país.
Este texto fue realizado en colaboración con Dannie Zarazúa