En el vasto mundo de las letras, leer a las mujeres es escuchar también a la salvaje creatividad que yace en ellas. Pienso que sus plumas son de especial fluidez, sigilo y poder que te guían a mundos oníricos, relatos históricos o caminos íntimos, en este último ejemplo, una escritora llamada Mariana Rosas Giacomán, me cautivó.
Nacida en Ciudad de México y egresada en Ciencias Políticas, Mariana publicó este año su primera novela ‘Hay mucho humo en mi habitación’, de la mano de Floramorfosis, editorial independiente de la cual forma parte. Una historia necesaria donde la protagonista navega en plena adolescencia y separación de sus padres en la brutal Ciudad de México, así como un suceso violento que acontece e impacta en este mundo ficticio aunque familiar, también.
Los textos cobran vida cuando son leídos
Mariana Rosas Giacomán
Ante la intriga por el logro de escribir algo que inspira y sumerge a la gente en mundos alternos que pensamos nuestros, Giacomán respondió una entrevista que le hice por correo. Y así fue como la conocí; la sentí cercana.
Y más que esclarecer mis dudas, me sembró esta determinación de tomar nuestro lenguaje (cualquiera con el que nos sintamos cómodxs) y sacarlo, plasmarlo, conocerlo sobre la marcha y por ende, compartir con lxs demás.

ENTREVISTA
Olivia: Escribir es una constante en tu vida, tanto en tu carrera y tu formación profesional también. Hiciste una tesina sobre la violencia periodística hacia las mujeres en México, ¿sigues actualmente involucrada con esta investigación? ¿Cuáles fueron los hechos que más te impactaron?
Mariana: Es algo un poco triste sobre las tesinas académicas, a veces solo se quedan en eso. No he publicado el trabajo en otro lado ni puedo hacerlo por la confidencialidad de las entrevistas, sin embargo espero a futuro poder elaborar algo al respecto con mayor profundidad.
Entrevisté a periodistas de Veracruz, Tamaulipas y Jalisco. Tres estados muy distintos cultural y geográficamente pero con un factor común de violencia. Escuchar a las mujeres que entrevisté me impresionó principalmente porque entendí las condiciones en las que se hace periodismo en México, con recursos mínimos y la certeza de correr un riesgo permanente. Me hablaron, todas, de las amenazas que han recibido a lo largo de sus carreras y descripciones de hechos como el ver por primera vez a un asesinado. De la guerra implícita entre los gobiernos locales y estatales con los medios críticos, de la compra de silencio. La tesina fue un reto para mi escritura, ¿cómo escribir todo ello y hacerle justicia?
Escuchar a las mujeres que entrevisté me impresionó principalmente porque entendí las condiciones en las que se hace periodismo en México
O: ¿Cómo desarrollaste o te fuiste acercando a la escritura de una forma más personal?
M: Me gusta escribir desde que tengo uso de razón. Cuando era chica vi una película bastante mala de Disney, Harriet la Espía, y me gustó que la protagonista tenía un diario. Empecé a escribir mi propio diario a eso de los once años, y a partir de ello se convirtió en un hábito. Me convencí de que la escritura era una forma de registrar mis emociones y congelar el tiempo. Si escribía, no olvidaría. Más tarde, a los 16, empecé a escribir ficción como un escape a la realidad. Me gustó el juego de las posibilidades, porque en la ficción las cosas suceden como tú quieras, hasta que de pronto la historia cobra su propia vida y se sale de tus manos.
O: ¿Recuerdas algún texto/libro/autor que te haya cambiado la perspectiva sobre alguna situación, o haya sido un life changer en tu vida?
M: Un autor muy importante para mí es José Agustín, quien escribió su primera novela, La Tumba, aún siendo adolescente. Yo la leí estando en la preparatoria, una época en la que me sentía constantemente incómoda, melancólica, molesta. Supe que quería escribir mi propia La Tumba, pero adaptada a mi contexto siendo una mujer joven en una insegura Ciudad de México. Logré cumplir con ello, a mi manera, con Hay mucho humo en mi habitación.
Fue también grande para mí leer por primera vez a Valeria Luiselli con Los Ingrávidos. Fue un “¿¡a poco se puede hacer eso!?”, ya que es una novela que está a dos voces, la de la protagonista y la del poeta mexicano Gilberto Owen como personaje ficticio. Es como una novela dentro de otra, va de presente a pasado y por momentos hay destellos de la misma protagonista escribiendo la novela que se está leyendo. Es increíble, me abrió un mundo de posibilidades y me di cuenta que escribir es un juego sumamente divertido donde se vale experimentar y salirse de los formatos tradicionales.

O: ¿Cuáles son tus inspiraciones más constantes para escribir?
M: Mi inspiración más grande para escribir es mi abuela, que también fue escritora: Mónica de Neymet. Fue maestra de literatura mexicana por muchos años y desde chica me contagió la pasión por la lectura y la escritura. Creo que mientras más crezco, más me parezco a ella. Falleció en 2018 y me entristece que no llegó a verme publicar una novela, pero siempre que escribo me inspira imaginar que me lee.
Me inspira constantemente la cotidianidad y, sobre todo, mis amigas. Me interesa mucho escribir sobre las vivencias de las mujeres mexicanas, las violencias pequeñas y grandes que constantemente nos atraviesan.
Me gusta también escribir a partir de canciones. Hay escritores y escritoras que pueden escribir a partir de imágenes, para mí eso es muy difícil. Pero cuando escucho una canción, la que sea, me gusta imaginar un entorno en el que suena y a partir de ahí crear un escenario. Hace poquito gané un concurso de la UNAM con un cuento llamado “Mátalas”, precisamente por la canción de Alejandro Fernández. Trata de una chica que pide un aventón en la carretera y va muerta de miedo pensando que quienes conducen podrían hacerle algo. En eso aquella canción suena en la radio y cuando ella escucha la línea “¡y vuélvete asesino de mujeres!” cantada por los chicos al volante, no puede evitar imaginar lo peor.
O: Sobre tu novela, Hay mucho humo en mi habitación, ¿cuál fue el punto de partida para decidir escribirla? ¿Cómo fue tu proceso de creación?
M: La novela empezó como un experimento, en unas vacaciones de invierno comencé a escribir algo así como un diario ficticio. Escribí anécdotas mías y de mis amigas, de mis compañeros de escuela y mi familia, pero quise darme la libertad de que la narradora no fuera yo sino alguien que hubiera actuado de una manera distinta a mí. Cuando me di cuenta, ya tenía un montón de páginas escritas. Eran solo fragmentos sin un orden claro, pensamientos y recuerdos de este personaje ficticio.
Se convirtió en una novela en el momento en el que escribí sobre un suceso violento, un episodio de acoso sexual. Fue ahí cuando me di cuenta que quería darle forma a las piezas de ese rompecabezas, porque pensé que el suceso violento que acababa de escribir merecía ser leído.
Creo que los textos cobran vida cuando son leídos y de pronto ya existía en mí esa intención de compartir con otras personas lo que llevaba tanto tiempo escribiendo entre clases, en el camino a la universidad, en mis vacaciones y las noches en las que no podía dormir.

O: Cuéntanos sobre Floramorfosis, la editorial independiente. ¿Quiénes lo conforman? ¿Qué enfoque de publicaciones esperan difundir?
M: Floramorfosis es una editorial independiente que surgió en Tijuana, como una materia en la universidad donde Magdalena, la fundadora, estudiaba. Magdalena Modesto junto con su hermana gemela, Gabriela, decidieron que no debía ser desaprovechada y le dieron continuidad al proyecto publicando una convocatoria para escritoras emergentes. A partir de ello se publicó Hay mucho humo en mi habitación.
Ha sido muy satisfactorio ver el crecimiento de la editorial, que ha logrado colaborar con otros excelentes proyectos artísticos y presentarse en espacios como la Biblioteca Aeromoto o próximamente la FIL Guadalajara. Además, toda la difusión y comercialización de la novela se ha dado a través de redes sociales, lo cual lo hace aún más especial. Es común ver proyectos independientes de música y fotografía gestarse en Instagram y en otras redes, ¿por qué no hacer lo mismo con la literatura?
Y es que precisamente Floramorfosis pretende difundir voces jóvenes y no tan jóvenes, literatura hecha con amor, curiosidad y hacerla accesible. La literatura suele ser vista como algo académico, inalcanzable y poco amigable para los jóvenes y quienes no conforman la élite cultural. La intención de esta editorial, como muchas otras que han surgido los últimos años, es demostrar que hay escritura y voces valiosas en todas partes.
O: ¿Estás trabajando sobre nuevos proyectos literarios o de alguna otra área de interés?
M: Estoy escribiendo un libro de cuentos que espero terminar pronto, y este mes (septiembre) daré un taller de escritura junto con la Editorial Floramorfosis. Tratará acerca de encontrar una voz personal y se explorarán temas como la escritura íntima, la autoficción, la escritura sobre nuestro entorno. En enero iré a Tepoztlán a la residencia literaria Under the Volcano. Es bastante difícil vivir de las artes, incluyendo la escritura. A veces la incertidumbre me angustia mucho, pero sigo intentándolo.
Floramorfosis pretende difundir voces jóvenes y no tan jóvenes, literatura hecha con amor, curiosidad y hacerla accesible
O: Cuando escribes, ¿cómo es tu escenario predilecto?
M: Me gusta escribir de noche, en total silencio a excepción de los grillos en la casa. Sin embargo estoy acostumbrada a escribir en todas partes, la novela la escribí como lista del súper; me acordaba de cosas que quería agregar y las anotaba en mi celular mientras estaba en alguna clase o en la sala de espera del dentista. Últimamente disfruto escribir en la sala de mi casa, con mi perro durmiendo a mi lado. Su respiración y el calorcito que emana me da mucha tranquilidad. Creo que es el mejor estado de ánimo para escribir, la calma.
O: ¿Qué otras autoras mexicanas o latinoamericanas nos podrías recomendar?
M: Vivimos en un momento muy grande para las autoras mexicanas y latinoamericanas, quienes cada día son más leídas. Yo recomiendo siempre a Fernanda Melchor, mexicana y a Mariana Enríquez, argentina, por la maravillosa crudeza con la que narran entornos de extrema violencia en América Latina. A Verónica Gerber por la manera en la que combina las palabras con narrativas visuales. Por supuesto la poesía de Rosario Castellanos e Idea Vilariño, mis dos poetas favoritas, y a poetas actuales como Yolanda Segura e Iveth Luna Flores. Recomiendo mucho también a la autora yucateca emergente Meryvid Pérez y a la poeta veracruzana Nicté Toxqui, ambas muy jóvenes y con una voz lúcida y auténtica.
