En mi primer encuentro con Gabriela Martínez Ortiz, conocida también como Ofelia y Antelmo, nombre con el que hace homenaje a sus ancestros y bajo el cual comparte su trabajo como artista textil, nos abrió las puertas de su taller en vísperas a la preparación de Trama, un proyecto que conjugó la fotografía de Ximena del Valle con la destreza textil, en el cual tuve la fortuna de involucrarme.
La trama y la urdimbre
Recuerdo encontrarla rodeada de coloridos lienzos en variedad de tamaños, donde los hilos habían formado en una especie de cardumen. La atmósfera era la de una ceremonia cálida y tranquila, Gaby estaba bordando pero gustosa interrumpió el trance para mostrarnos las prendas que tiempo atrás había creado, así como aretes y lienzos de mayor tamaño que colgaban en las paredes.
Ofelia y Antelmo es literal un estudio de texturas, color y material.
Gabriela Martínez
Desde entonces Ofelia y Antelmo ha integrado objetos de palma, cerámica y hasta naturaleza muerta a su catálogo de posibilidades donde el bordado es protagonista. También cuenta con cursos especializados a través de Domestika donde Gaby comparte su proceso como creadora. Esta vez volví a visitarla para conocer mejor su proceso y lo que significa su proyecto.
ENTREVISTA: Gabriela Martínez, Ofelia y Antelmo
Estudiaste Diseño textil y de moda, desde entonces ¿sabías que querías enfocarte en algo como Ofelia y Antelmo?
Nada, estudiaba diseño industrial y no me gustó. No sabía qué estudiar pero sabía que me gusta mucho la artesanía textil y que eventualmente quería involucrarme en ello, no tenía idea de técnicas ni nada. La universidad me abrió mucho la cabeza; todo era color, arte, ahí empecé a experimentar con la fotografía análoga, pero luego me di cuenta que el negocio tradicional de la moda no era lo mío, todo se tenía que hacer en “talla modelo” y terminaban siendo cosas que no volvía a usar porque a muy pocas personas les quedan.
¡No había considerado eso! y muchas escuelas hacen presentaciones con modeles de tallas chicas
Parte de mi tesis salió de ahí, muchas de las prendas sí son talla modelo pero tienen muchísima tela porque pensé en modificarlas después para poder usarlas. Pasas un año entero pensando un proyecto que sólo le va a quedar a modelos, y tienes que seguir tendencias. Me sentía muy fuera de lugar y tratando de salir de ese molde implementé mucha textura, muchos colores primarios.
Me sentía muy fuera de lugar y tratando de salir de ese molde implementé mucha textura, muchos colores primarios.
En los últimos semestres tuvimos un proyecto donde te daban la tela y tú tenías que transformarla, podía ser algo digital, un estampado, algo manual. A mi me atraía mucho el bordado a mano, lo había probado a principios de la carrera pero en ese momento teníamos sólo una clase en todo el semestre donde veíamos todas las técnicas de bordado, tejido, teñido, todas las artes textiles manuales. Era mi clase favorita pero no había tiempo para engancharse con nada más que con el bordado.
Pasé una ilustración a la tela y lo disfruté mucho. Al final de la carrera hice un vestido enorme con muchísima tela y puras rayas cruzadas bordadas a mano, y cuando vi el resultado dije “¡wow! esto está muy chido” y también al hacerlo me enamoré de la técnica. Tardé como tres semanas y por primera vez estaba fascinada con un proyecto.
¿Cómo te sentiste después de tal sesión de bordado?
Es algo que no puedo explicar claramente, un algo de estar tantas horas, tantos días, yo creo que psicológicamente me sentí mucho mejor. Fue como hacer yoga, que no sabes bien por qué pero te sientes muy bien después de hacerlo. El bordado te hace entrar en un trance. Las puntadas que yo hago no necesitan tanto cuidado como un punto de cruz, estoy presente pero también puedo estar pensando en otras cosas, puedo estar escuchando o viendo algo.
Ahí encontré un lugar donde podía estar conmigo, ahora ya lo entiendo pero al principio solo quería más. Justo eso fue mi tesis, en realidad Ofelia y Antelmo es una extensión de ella, han cambiado los colores y las formas pero es el mismo proceso de diseño.
El bordado te hace entrar en un trance.
Para mi tesis me inspiré visualmente en etnias alrededor del mundo, implementé colores, patrones, texturas. Todos los outfits son envolventes; quería rescatar este acercamiento que las culturas tradicionales tienen hacia la indumentaria, donde más que acentuar y que esté de moda, hay una historia. Los textiles son textos que muchas veces no saben leerse, solamente por la comunidad que los hace. Quería recuperar la indumentaria como forma de identidad, de expresión.
Esto me recuerda un texto de Yásnaya Aguilar que habla de las tallas como una barbaridad capitalista donde vas a una tienda e intentas que tu cuerpo entre en un molde, y justo se refiere a los huipiles, el sari, la túnica griega, como piezas perfectas porque ellas se ajustan al cuerpo de quien las porta…
El cuerpo pasa a segundo término, lo que importa es lo que estás portando y le queda a todxs, eso me encanta de la indumentaria tradicional y es que sí, son lienzos que te envuelven y ya. Con Ofelia y Antelmo es retomar esta construcción de patrones a partir del cuadrado, como se trabajan en el telar. Propone mucho más una prenda que te puedes ajustar, que adaptas a distintos momentos de tu vida.
Los textiles son textos que muchas veces no saben leerse, solamente por la comunidad que los hace
¿Cómo surge entonces oficialmente Ofelia y Antelmo?
Estuve bordando por meses, meses y meses, saqué una cuenta de instagram a la que le puse Ofelia y Antelmo para que no tuviera mi nombre, son mis abuelos maternos. Primero bordé lienzos porque también me entró una crisis al cruzarme con documentales como The True Cost, pensé que el mundo ya no necesita ropa, así que sólo hice lienzos mientras estaba explorando mi lenguaje, pero la gente me preguntaba por las prendas de mi tesis, por lo que pensé que podía hacer algunas piezas más por el gusto de hacer y porque con las prendas puedo jugar con bloques de color y texturas, sin que necesariamente sea una marca de pura ropa.
Quería rescatar este acercamiento que las culturas tradicionales tienen hacia la indumentaria, donde más que acentuar y que esté de moda, hay una historia.
Me parece importante diversificar, hacer espacio para mi obra que es cuando bordo lienzos, mis fotos o cuando hago colaboraciones como Trama con Ximena del Valle; desde niña recolecto hojas así que también empecé a bordarlas, colaboré con mi prima Olivia en cerámica y con Zaavia que tiene cojines de palma, sombreros y bolsas. Me gusta mucho pensar que todo se puede bordar, desde un principio no quise depender sólo de la ropa, en realidad lo que yo quería era ser artista textil que hace lienzos y experimentación en canvas.
Con Ofelia y Antelmo es retomar esta construcción de patrones a partir del cuadrado, como se trabajan en el telar.
En proyectos grandes me ayudan dos mujeres a bordar, se llaman Vero y Julia. Ellas tienen trabajos aparte, una cuida gente adulta y la otra es empleada doméstica, nos ha funcionado muy bien porque en realidad yo no estoy produciendo todo el tiempo, al año hago unas 10 prendas.
Justo decidí ser bordadora porque quería tener una vida lenta, vivir al ritmo de lo que hacen mis manos. Ofelia y Antelmo es literal un estudio de texturas, color y material.
La moda luego tiene muy mala fama, si es exclusiva, contamina, discrimina, pero yo creo que la gente a la que de verdad nos gusta la indumentaria, sus historias y expresarnos con ella, estamos en el lado contrario de lo que se piensa
Creo que también es importante asumir que es nuestro hacer el propósito de cambiar las cosas, proponer algo distinto, por ello es que busco que lo que haga y proponga sea algo con un significado muy profundo, muy específico.
Pienso, y espero que con la pandemia hayamos tenido tiempo de reflexionar qué queremos consumir y por qué. En mi caso conecto con la gente que aprecia eso, que aprecia el textil, ése es mi mercado, trato de diversificar con otras piezas como aretes, lienzos pequeños, porque son piezas que valen el trabajo que llevan.
Cuando empecé, yo no no tenía ni idea que había ahí un mundo entero y una revolución del bordado moderno. Ha sido una técnica subyugada yo creo porque está muy relacionada a que es algo que hacen las mujeres y nunca se ha considerado como arte, hasta ahora ya se está reconociendo.
Decidí ser bordadora porque quería tener una vida lenta, vivir al ritmo de lo que hacen mis manos.
Es increíble el bordado como una excusa para crear círculos de mujeres, arte y hasta resistencia
La historia que se esconde detrás del bordado es fascinante porque cuando a las mujeres no las enviaban a la escuela y no sabían escribir o leer todo lo registraban en sus tejidos. Por ejemplo, durante la dictadura de Pinochet en Chile, las arpilleras se encargaron de decir lo que realmente pasaba, representaban escenas súper violentas de la policía, las doblaban y las enviaban a Suecia, o mandaban un escenario del campo súper bonito y en los reveses escondían mensajes, esa fue una de las grandes razones por las que el mundo se enteró de lo que estaba pasando.
Hay mucha resistencia y mucha política en el textil, mucha protesta. Para quien lo hace se convierte en un mantra. A mi me parece fascinante toda la historia en estos textos sin codificar de los bordados, es una técnica de la que hay muy poca información. Del bordado mexicano hay cantidad extensa de técnicas y poca información. Ya se está retomando más pero el textil es una parte no contada de la historia.
Para más información sobre las piezas de Ofelia y Antelmo así como detalles sobre cursos y eventos especiales visita sus redes sociales.