Para llegar a lo que conocemos hoy como el bikini y sus infinitas posibilidades, las perspectivas del cuerpo femenino pasaron (y pasan aún) por los discursos patriarcales que hasta hoy rigen lo que se considera estético, erótico y sexual.
Mostrar el cuerpo en el espacio público ha adquirido nuevos significados y validaciones pero también juicios y vergüenzas, entre ellos, el simple hecho de estar en la playa o la alberca y quitarte la ropa para ahora habitar en un bikini. La censura del torso y el abdomen femenino desnudo siguen siendo una realidad social, en donde solo en ciertos lugares es válido carecer de estos códigos de vestir.
Libertad simbólica
Aprendemos a abrazar esta libertad de mostrar nuestros cuerpos; la expresión corporal de la mujer ha tenido una evolución inminente que aunque no seamos todas, muchas ya gozamos de ese ‘privilegio’. Pero, ¿realmente aceptamos al cuerpo semi desnudo? ¿somos libres de salir y mostrarnos con menos ropa sin ponernos en riesgo? ¿Socialmente es válido solo un tipo de “cuerpo de bikini” y los demás no? ¿Es realmente un símbolo de libertad para la mujer o una tortura para conseguir estándares inalcanzables? Responder estas preguntas tienen un amplio tema de discusión.
Estrictamente, el traje de baño se creó para cumplir con la amplitud de movimiento en las piernas para nadar. Según el escritor y periodista de moda, Colin McDowell en su libro Anatomy of Fashion, el taparrabo es el ancestro del traje de baño, en donde se cubren los genitales pero se deja ver el trasero. Sin embargo, hay registros de las mujeres de las antiguas civilizaciones de Grecia y Roma usando trajes de baño de dos piezas realizando actividades físicas, aquí una prueba de los mosaicos de la Villa Romana del Casale, en Sicilia (286-306 a.C.).

Cuerpo cancelado
Durante siglos el cuerpo femenino fue gravemente satanizado y deformado por diferentes instituciones como la religión, la política, la publicidad y sistemas regidos por el patriarcado. En el Islam, aun prohíben a las mujeres usar trajes de baño en la playa; sus piernas y muslos deben estar cubiertos siempre (a veces también aplica para los hombres). Otras doctrinas comparten el mismo pudor.

Fue hasta finales de los años 40 cuando Louis Rénard, un ingeniero mecánico que estaba a la cabeza del negocio de lencería de su madre presentó el primer bañador femenino que se atrevía a mostrar el ombligo. Y el 5 de julio de 1946, fue Micheline Bernardini, una bailarina del Casino de París, quien lució el primer bikini público de la historia.

Sí pero no
En los 50, se volvieron más populares aunque más conservadores. La exhortación a usar el tiempo libre sobre todo en las clases medias y altas requirieron un nuevo guardarropa dando origen al athleisure. Asimismo, las innovaciones tecnológicas textiles como el nylon y el spandex apenas nacían y se apoderaban para abrazar este tipo de moda.
Para los años 60, la época en donde la liberación femenina fue evidente en algunas clases sociales, mostraron que el bikini, la mini falda e incluso la desnudez son nuestros derechos para mostrar y habitar el cuerpo. Aunque siempre se ha considerado tabú, disruptivo y salvaje, quitarse la ropa (o capas de más) fue un acto de emancipación ante muchas situaciones en donde la mujer se reprimía.

Vulgar versus sensual
En 1974 llegó la tanga, la cual usaban strippers principalmente (hombres y mujeres). Y resignificando su origen erótico y estético, se le acredita al diseñador y activista Rudi Gernreich como parte de la diversidad de los bañadores. Bikinis con diferentes formas y niveles de exposición o cubrimiento, dependiendo tu gusto, están disponibles y puedes comprarlos aun en su tienda en línea.

Debo confesar que para mí sigue siendo una elección difícil mostrar mi cuerpo ante una piscina rodeada de desconocidos. La imagen cristalizada de cómo se debe ver un cuerpo en traje de baño parece imborrable, a veces una cree que ponerse ciertas prendas la hacen ver más vulgar que sensual, o más grotesca que sofisticada. Sin embargo, si nos encontramos en una posición donde tenemos el poder de adueñarnos de nuestro cuerpo y el espacio, es necesario actuar con valentía por varias razones, entre ellas, aceptar el cuerpo tal y como es, dejar que viva a la intemperie y desinteresarse por la opinión ajena, tanto hombres como mujeres.
¡Larga vida a los bikinis, la desnudez y las diversidades corporales!