El acceso a la informaciónes un derecho humano. Las diferencias y desigualdades sociales o económicas, las instituciones o personajes celosos de su espacio o de sus conocimientos y también la ignorancia a partir del desarrollo sobre tópicos especializados son algunos de los factores que, desde mi punto de vista, nublan, confunden o distraen sobre los temas que se decidieron no eran relevantes, prioritarios o siquiera significativos para ser conocidos, estudiados o analizados, como la Moda. De las industrias creativas y económicas en México, la de moda sigue siendo un tabú, una frivolidad y, al mismo tiempo, parte del entretenimiento de millones de mexicanxs.
La vertiginosidad de su carácter efímero ha dado pie a que pase desapercibida, sin embargo, hace cinco años, Gustavo Prado lanzó Mextilo: Memoria de la moda mexicana, el primer libro y largometraje que documenta la historia de la moda en México. El hecho, para mí, fue un logro que me alegró el alma, y también, una semilla que al día de hoy ha dado frutos en una agencia de tendencias especializada en el consumo de moda a nivel nacional, Trendo. Su nueva primavera la celebramos hoy al ser Mextilo un libro en línea descargable para promover la cultura mexicana (dando por hehco que en la cultura se encuentra la moda, por supuesto). Y en este episodio histórico que atravesamos, donde la incertidumbre y el descontrol nos rigen el día a día, le envié unas preguntas a Gustavo para conocer mejor sus valiosas perspectivas que tiene sobre la moda en México.
Olivia: De toda la investigación plasmada en el libro Mextilo, ¿cuáles fueron los hechos o eventos sobre Moda que más te impactaron?
Gustavo: Hay varias historias en todos los hechos. Pensar que la historia de lo visual en México es sólo la pintura de Rivera, Orozco y Siqueiros -por ejemplo-, no entiende que lo de verdad interesante es lo popular: los calendarios, el graffiti, los tatuajes, los comiqueros. Igualito pasa en la moda: hay una historia limitada en consecuencias de los autores y, en el fondo, una sobre las marcas, las fábricas y las departamentales que han vestido a México durante los últimos tres siglos. La incapacidad de pasar de la moda de autor a la industria me parece de lo más preocupante y ahí seguimos.
O: ¿Cuáles son los objetivos primordiales al hacer Mextilo y también tu agencia de tendencias Trendo?
G: Pensar en México. Las tendencias mundiales, y el devenir de la moda en las grandes capitales no están pensando en nosotros, pero desde aquí la gente tiene obsesiones con ‘el allá’. ¿Por qué creer en algo que no cree en tí? Responder esa pregunta es el motivador de estos proyectos. Trabajar para pensar en una moda mexicana que viera más allá en la historia al pequeño grupo -cerrado- y fugaz que siempre se articula como ‘el árbitro de la elegancia’ de cada época. Y en las tendencias es mucho más interesante cómo se viste la gente en Tampico o en Campeche que la moda de autor que sólo se vive en la CDMX.
O: ¿Qué oportunidades consideras que se deban explorar y estudiar más sobre la industria de la moda en el país?
G: Hay un profundo sesgo en lo que los jóvenes creadores creen que es la moda. Alguien que desarrolla una narrativa diferenciada es Anuar Layón; fue el primero que elevó una pieza de moda a nivel de meme y la vendió inaugurando el e-commerce mexicano, manteniendo producción y maquila para cimentar una marca. Eso sólo él lo dice. Y muchos de los que articulan marcas nuevas suman los mismos elementos: artesanal-ecológico-de producción súper reducida. Que ninguno de esos elementos está mal, pero si se dicen en el mismo orden no articulan una nueva narrativa que permee en el imaginario y se vuelva un proyecto viable en el tiempo y en lo económico.
Hay una profunda vergüenza por parte de todos los diseñadores de entender que el diseño produce objetos, y que esos objetos de consumo cumplen con necesidades. Entonces por eso se pierden en filosofía, metodología y cero producción. En esos términos para qué queremos formar diseñadores que acabarán haciendo estrategia digital. En 1850 se resolvió que el diseño no es artesanía, aquí lo seguimos discutiendo todo el tiempo, y el diseñador cree que salvar eso es la única vía que tiene. Y por eso duran tan poco las marcas y no hay imaginarios significativos de diseño en México que piensen en cómo llegar a nuestro mercado –con poco dinero– pero muchas necesidades.
O: ¿Cuál es la importancia de la documentación en la disciplina de Moda y en qué nos beneficia?
G: No podríamos hablar de que realmente en México se le da la importancia en los diseños que en el arte se da con la ‘historia del arte’. En las últimas dos décadas ha empezado un movimiento que documenta, pero desde el ojo privilegiado subrayando sólo aquellas producciones que les son significativas en su narrativa: Spratling llevando el diseño a la gente de Taxco, etc. Con un ojo que acaba siendo colonialista y parcial. Las manifestaciones de lo popular son incomprensibles porque la documentación se hace desde lo institucional o desde lo privilegiado. Mextilo es un proyecto para contar la historia en un corte horizontal: no nada más pasarelas y totalmente independiente, fondeado por la gente y vendido sólo en internet o en las escuelas, precisamente para que no fuera una mirada institucional…
O: Desde tu experiencia y trayectoria, ¿cómo percibes el panorama actual de Moda en México y Latinoamérica?
G: Difícilmente se podría hablar que la moda de CDMX y Guadalajara tiene un alcance nacional. Cuando uno va a Colombia y particularmente Brasil sus marcas locales hacen que sea difícil encontrar un Zara. Pero no tienen una conciencia de qué marcas ni autores hay en México. Y viceversa. Coppel abrió sucursales en Argentina, pero más allá, este tiempo es en el que la globalización se revela como un proyecto fallido. Cada nación se convierte en el contenedor de su propia cultura. Suena súper bonito que la moda latinoamericana existiera, pero eso pasaría de que los propios mexicanos nos entendiéramos como ‘sudacas’ pero nos encanta creer que somos ‘norteamericanos’. No hay una verdadera matriz cultural que una ni nuestras gastronomías ni nuestros territorios del diseño.
G: ¿Cómo podemos aprovechar este momento histórico para darle voz a la Moda?
O: Estamos a punto de entrar a la crisis económica más grande que se tenga memoria. La CANAIVE –Cámara Nacional de la Industria del Vestido– anuncia que va a haber un quebradero de empresas porque se cayó arriba del 80% la venta de ropa. Hay una idea totalmente irreal de que pasando la crisis la gente va a querer ecológico-hecho a mano etcétera. Pero, si se pierden arriba de dos millones de empleos el PIB se cae 10%, por lo tanto, la población mexicana va a querer precios súper bajos y sólo aquellas cosas que de verdad necesita. Si no se entiende eso, no hay manera de que la moda mexicana subsista. El camino no será ni el lujo ni la exclusividad orgánica, sino por una sola vez pensar y empatizar en los millones que nos quedaremos sin empleo y con emprendimientos quebrados, buscando opciones accesibles. Nada de eso no tiene algo de malo.
G: ¿Alguna vez la moda, más allá del show, será relevante en la cultura mexicana?
O: Alguna vez leí que ‘el Oscar’ es el intento desesperado de Hollywood de darse un beso en la propia nuca. El problema de nuestra moda es que cuando hablamos de ‘comunidad’ es algo de uno pocos iniciados susurrándonos la misma historia unos a otros. Cuando se le pregunta a la población en mexicana qué asocian con el concepto moda, el adjetivo universal es Eddy Smol. Y no precisamente Sears es un identificador de moda e identidad mexicana. Por cada 100 estudiantes de moda que eventualmente tiran la toalla hay un industrial mexicano al pie del cañón. Pero esa producción no se ve como moda. Para la cultura mexicana es relevante -sin duda- Cuidado con el Perro, Julio, Ivonne, Liz Minelli, Julio de Mucha, Audaz y Coqueta. Son marcas que eventualmente o ya, articulan recuerdos y accionan tendencias. Se cuentan como algo legendario: ‘te acuerdas en la boda de la Lety que bien se me veía mi vestido que compré en Izazaga…’ esa es la verdadera cultura mexicana, no lo que use Pamallier por más likes que pueda tener.
G: ¿Qué otros proyectos siguen sobre la línea de Mextilo?
O: Hacer cultura de manera independiente es un trabajo sucio pero alguien tiene que hacerlo. El canal de Youtube de trendo.mx que empezó con Mextilo tiene ya cinco años y sólo medio millón de vistas. Parece poco si se le compara con Yuya, pero es mucho en la escala de dar clases en salones universitarios de 20 niños por clase. Ahora estudiamos tendencias de todo tipo para entender a México y por eso eventualmente lo que seguirá será un hermanito de Mextilo que hable de las tendencias, identidades y generaciones en los 32 estados de México (si el covid nos lo permite).
El libro está disponible a partir de hoy en su sitio web TRENDO.